Varita Mágica o Pincel de Sylvia Pennings - A.Fernandez Molina - 1993

Cuando Sylvia Pennings trabaja, como quien juega mientras pinta, afloran con natu­ralidad los impulsos de su infancia soñadora de niña extraviada entre los bosques y los prados de su país cual los de los libros de cuentos y entre paisajes poblados de molinos por donde creo que aún cabalga encantado el fantasma invisible de Don Quijote. Viendo sus cuadros acude a mi memoria el recuerdo de dos cigüeñas que me saludaron en su país. Una desde su nido sobre el pretil de un puente y la otra en su efigie trascendida en estatua puesta en pie sobre una pata junto a la orilla de un canal portadora de una cesta en su pico con su regalo para el nido de una joven pareja.

Cuando Sylvia pinta el mundo que huellan las suelas del calzado y las ruedas de los vehículos se une al que flota sobre las cabezas y conviven insectos y hierbecillas con nubes y cirros, corderillos y vacas con sombras celestes y amplios huecos del espa­cio teñido de verde lunar de prado paradisíaco. Y todo esto cual recién sacado de entre las vísceras de un animal maravilloso o del interior de una cueva fantástica.

Trabaja Sylvia Pennings como quien juega y pinta en comunicación parapsicológica con los grandes artistas y poetas de su país. Su pintura, como sucede con la de los mejores artistas holandeses, compatriotas suyos, está realizada desde la sensibilidad lírica. Sus cuadros son cual mensajes poéticos y buenos para intentar descifrarlos en poemas equivalentes. Cada una de sus imágenes parece haber tomado repentina realidad ante nuestros ojos asombrados, como el matiz de una melodía, silbido de la varita mágica o pincel de Sylvia Pennings.

A. FERNÁNDEZ MOLINA